Canal 4 nos quiere convencer de que el hecho de que Sandra Muente le haya ganado a Rossana Fernández Maldonado en el concurso de baile que pasan los sábados por la noche es una noticia nacional que merece estar en todas las portadas y titulares. No se limitan a dar la noticia: como si se tratase de un acontecimiento, el 4 nos trae los detalles más insospechados o, para hablar en la jerga de los comentaristas deportivos, los “entretelones” de una final que paralizó al país (¿lo paralizó de verdad, Ocram?). Qué sintió Sandra cuando dieron el veredicto. Cómo durmió la noche anterior Rossana. Creo haber visto imágenes de Sandra Muente llorando en las ruinas de la iglesia del señor de Luren en Pisco, cuya reconstrucción, al parecer, dependía de lo bien que ella moviera el trasero.

—Hasta me mordí la lengua. —dijo Sandra al relatar los últimos días de terrible suspenso.

Para esto, yo sigo sin entender bien quién es Sandra Muente, por qué me mira desde el panel de Inca Kola que está a la vuelta de mi casa (cerquita al Caldo de Gallina de Aramburú, donde el lomo saltado está buenazo). Creo que la muchacha ganó algo hace tiempo, o quedó finalista o quedó segunda y por eso quedó, o queda, en la memoria de la gente, y entonces unos señores la llevaron a una playa para rodar un comercial sobre la creatividad peruana, la mejor del mundo. No tengo nada contra el homenaje al ingenio peruano que puedan hacer los cerebros de una compañía de bebidas gaseosas, pero es obvio que una mujer que canta covers sabe de creatividad lo que Alan García sabe acerca de la modestia humana.

En fin. Me gusta imaginar que todo esto se acabó. Pero algo me tienen preparado los medios. Seguro. Sandra volverá en un parpadeo. Ojalá no sea en una crónica policial. Ya sería el colmo.